miércoles, 5 de mayo de 2010

la pequeña Electra

Padre e hija

Desde que nació, siempre había sido la preferida de papá, su "ojito derecho". Había algo entre ellos... una especie de conexión especial padre-hija. Siempre había un rato para pasarlo bien juntos. Y se entretenían en mil cosas: jugaban, paseaban, escuchaban música...

En alguna ocasión había oído discutir a papá y mamá, en el dormitorio, con la puerta cerrada. Mamá reprochaba a papá el reparto desigual de cariño que hacía entre sus hijos. Para mamá era fácil: de su corazón no brotaba cariño alguno para nadie. Mamá sí era equilibrada en el reparto de cariño porque, sencillamente, no tenía nada que repartir.

A la pequeña Electra le importaban un bledo sus hermanos, sabía que apenas disponían de hueco en el corazón de papá. Ella era la preferida y recibía continuas pruebas de que así era. No había más que observar como cada noche papá la arropaba, le daba un beso en la frente mientras le susurraba un "que dios te bendiga, mi reina". Los hermanos se tenían que contentar con un aséptico y ceremonioso "buenas noches".

Él no lo sabía, pero ella lo quería con locura, lo idolatraba. Era su ejemplo a seguir, su dios y... su amor secreto. No busquéis un amor sucio aquí, era el amor limpio entre padres e hijos. Pero llevado al límite del amor inmenso e inabarcable.

Por eso, jamás pudo perdonarlo cuando, aquella noche que la despertó una pesadilla, se dirigió al cuarto de papá y mamá en busca del consuelo.... Allí estaba él, encima de ella, haciendo "eso". ¿Acaso no era ella su reina?... ¿por qué le susurraba sin cesar a mamá aquellos "te quiero"?

Le dolió. Su corazón de apenas nueve años se partió en mil pedazos al saberse traicionado por la persona que más quería. Ella no lo sabía aún, pero aquel corazón no volvería a tener un hueco para nadie, jamás.

Se lo tenía que hacer pagar, merecía un escarmiento. Y, no creáis que le resultó fácil, fue más doloroso para ella que para él. Pero se armó de valor y determinación, nada la detendría.

Y nada la detuvo. Aquella tarde, la última mirada de papá fue para Electra. Fue una mirada llena de pavor y de perplejidad, después notar como la pequeña... su pequeña, le empujaba por las escaleras abajo. Ella creyó ver una súplica de perdón en aquellos ojos que se sabían próximos a la muerte. Por eso, la pequeña Electra decidió que se quedaría con aquellos ojos: era su carita dulce la última que habían visto aquellas pupilas, antes de ver la faz de la muerte. Y aún conservaban la súplica de perdón por su traición.

Y... además, eran los ojos de papá. De su papá.


Padre e hija


La imagen corresponde a un valla publicitaria de Canal 13. En esa imagen está inspirado este relato.

Fotografía: Padre e hija
Autor: Landahlauts

3 comentarios:

  1. Gran relato, digno de un corto importante.

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  2. Qué rica Electra. Que gesto tan bonito ese de querer quedarse con los ojos de pápi...

    Muy bueno, Landa.

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  3. Hola Landahlauts
    Gracias por la visita.
    Ya conocemos un lugar más con la calle del Amor.Nos leemos.
    Un abrazo desde Cataluña

    P.D. Me encanta la portada de tu blog. Alien es una de mis peliculas favoritas.

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